Uno se pierde por ciertas calles de la ciudad de Bs As, sin imaginar lo que puede deparar una pared, una galería, una vidriera, o hasta el cordón de una vereda.
Bajando del Oeste al Este por la calle Uriburu, al ciento y tanto de numeración, otra vidriera refleja una máxima de una poeta urbana, con su espíritu animal -como se define-;
"NO DUDES MÁS DE VOS,
NO DUDES MÁS DE VOS,
NO DUDES MÁS DE VOS"
En esos tres escalones hay una primera voz interna imperativa, que luego se va haciendo más pequeña, quedando en un susurro; siendo este más poderoso que la orden.
Pensé en la duda como una pregunta que me hago, que nos hacemos; dudar es también una manera de protegernos, de reflexión interna para tomar decisiones, para sopesar causas y efectos, conveniencias, alternativas, y otras tantas cosas más. Si no dudamos seríamos solo impulso, y con este se puede hacer mucho daño.
Haciendo caso a ese susurro primitivo dudé más de diez minutos si era conveniente cruzar la calle o bien volver sobre mis pasos al regazo tierno y suave de la infancia.
Zenón a puro camino
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