Que se puede decir de un día,
a través del canto de los teros
Del resplandor incipiente,
de la ternura infantil en el desierto
De las arrugas profundas,
surcadas por el tiempo
De una pantanosa huella
esperando el silencio,
crucificada en la púa
de los confines inciertos
El rojizo de la hoja marca su muerte otoñal,
adentrando su sabia insondable,
indagando el origen,
Aferrándose al último nudo que sostiene la vida.
Zenón del Arrabal
No hay comentarios.:
Publicar un comentario