Un adiós de barreras bajas,
solapadas y sin fronteras
De gris plomo,
de estaciones sin gente
Me despido tarde otoñal,
al conjuro de un viejo chaman
posando sentimientos en vidrios rotos
Los estribos hacen pie en rieles de terciopelo
Los durmientes agigantan las esperas desoladas
sobre bancos cenicientos,
maderas húmedas,
despintadas,
alquitranadas
No hay señales que aceleren los latidos,
no hay cuerpos que reclamen los encuentros,
solo distancia en una espera,
solo tu recuerdo,
solo tu cuerpo
solo tiempo,
solo,
solo....
sigo esperando
Zenón, en una Estación de provincia



