Gestos inaudibles desnudan
historias no encontradas
El sudeste se impone lívido e incandescente
a fuego gris,
y en ese pretender lo que jamás podrías dar o hacer,
dejas las marcas tibias
de tapial descascarado.
En un arrebato de inocencia de domingo,
las alabanzas se trenzan a las rejas de un muro sin rompiente,
y los mares se repliegan en espumas sin espasmos.
Míticas cavernas atesoran nuestros cuerpos
ya dormidos,
ya olvidados,
yacientes sin esfuerzos
de un deseo no narrado.
Z d A sin tiempo
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