Montañas de basura
habitan negros horizontes
El carro traquetea impasible,
bajo la escarcha de un invierno irreverente
Crepitan los vasos anodinos del galope rutinario,
las almas sin tiempo
levitan en desechos putrefactos
El encuentro del tesoro despojado,
la ruina de infortunios y pesares
Salvará la comida de ese día
y la sonrisa de los hijos en la dicha
Soñará con rutinas infranqueables
en el lento transcurrir de madrugadas,
con cadenas de cochambre y olores nauseabundos
El alba te despoja de palabras insensibles
Crucificaste la esperanza en la Cruz
de un Dios que no atiende tus plegarias.
Zenón del Arrabal
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