No hay espacio que logre abarcar la mirada,
ni un gesto que cubra el tiempo.
Ese del capricho que a la vuelta de una esquina,
un cordón lo disimula
Como el amor en el ocaso de una roca
al romperse con el paso de los años
Así el infinito camina en su propia nebulosa sin sentido,
y el corazón multiplica los latidos
en la altura de los últimos respiros.
Piedad!!! exclamó la tarde
cunado las caretas cayeron en invierno.
Porque la mirada termina extraviándose
en la melancólica?
Porque los gestos no lo abarcan todo?
Sólo habrá que esperar que se levanten todas las barreras,
las del tiempo,
las del universo.
las tuyas y las mías.
Zenón, 2025

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