El profeta multiplicó los panes,
apabulló de fábulas al pueblo,
fustigó almas terrenales,
y en la incomprensión de los años
buscó las soledad de cuarenta días y cuarenta noches.
No fue perdonado, ni por su propio padre,
fue traicionado por su amigo, y negado por otro
No mendigó clemencia,
resistió la crueldad de su tiempo.
Al pie del último suspiro
preguntó por qué fue abandonado
Zenón del Arrabal
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